“Nos bancamos la quiebra, el descenso y fuimos alquilados“, dice una de las canciones que resuena una y otra vez en cada rincón del Cilindro. Pero, ¿por qué suena tanto? Porque representa a su gente. Esa gente que llenó dos estadios, que se arrodilló y rezó en los momentos más oscuros. Esa misma gente que cantará con el corazón en la Nueva Olla soñando con volver a gritar campeón.
Hagamos memoria. La última vez que Racing tocó el cielo con las manos en una competencia internacional fue hace 36 años. Era un 13 de junio de 1988 cuando, en el estadio Juan Domingo Perón, el equipo del Coco Basile, vestido con camiseta azul y pantalones blancos, vencía al Cruzeiro 2 a 1 en la ida de la final de la Supercopa Sudamericana. Los goles de Walter Fernández y Colombatti quedaban en la historia.
Cinco días después, el 18 de junio, en Brasil, la Academia defendió con alma y vida ese resultado. Cruzeiro empató la serie, pero Racing encontró el 1 a 1 y selló un global de 3 a 2 para consagrarse campeón. De esta manera, consiguió el tercer título internacional del club, pero nadie imaginaba que ese sería el último.
Con Gustavo Costas, un pilar de aquel equipo del 88, como entrenador, el pueblo racinguista copó Paraguay con un sueño gigante: volver a hacer historia. Después de 36 años de espera, Racing quiere volver a imponerse en el ámbito internacional, como solo un club grande puede hacerlo.
A muy pocas horas de la final, los hinchas viven con el corazón en la mano. Costas lo dejó claro: “Mañana, como sea, hay que ganar. Cueste lo que cueste, tenemos que ganar por la gente y por este grupo que se lo merece“.
Maravilla buscará ser el Walter Fernández de esta época, y Juanfer Quintero, el Colombatti que reviva la gloria de aquella noche del 88. El pueblo académico, fiel y apasionado, está listo para seguir cantando, porque Racing es grande por su gente.