Con un Cilindro explotado y un recibimiento histórico, la Academia superó al Corinthians de Ramón Díaz, quien había afirmado que nunca había perdido en esa cancha. No solo eso era falso, sino que volvió a caer.

En un primer tiempo de infarto en el Cilindro, el conjunto de Gustavo Costas comenzó un tanto desenfocado; algunas desatenciones defensivas generaron que, apenas a los 6 minutos, Yuri Alberto —quien había convertido los dos goles de la ida— pusiera el 1-0 para el conjunto brasileño tras un pase exquisito de Memphis Depay.

Poco dolió esto en la Academia, que, gracias al inigualable apoyo de su gente, salió adelante y empezó a atacar. Juanfer Quintero fue el as de espadas de un Racing que logró el empate a los 36′ en los pies del colombiano desde el punto del penal. Sin conformarse, a los 39′ y nuevamente con Quintero como autor, llegó el segundo para irse al entretiempo con algo de aire.

Ya en el segundo tiempo, el equipo argentino salió con los dientes apretados a defender el resultado e hizo lo que tenía que hacer. Metió, trabó, luchó y defendió con el corazón un marcador que, por primera vez en la serie, le era favorable.

Sin muchas ideas, el Timao no le generó peligro en los segundos 45 minutos. El ingreso de Zuculini le dio fortaleza defensiva a un Racing que, sin brillar, se clasificó de manera agónica a la final de la Copa Sudamericana después de 32 años, con un Cilindro repleto.