Cuando ambos equipos volvían de los vestuarios para afrontar los segundos 45 minutos de un partido que Boca ganaba 1 a 0 ante el Lobo, los hinchas xeneizes desataron el caos. ¡Se armó la guerra

La primera mitad había transcurrido sin problemas, pero un grupo de inadaptados decidió romper la paz. Desde la platea superior, estos fanáticos de Boca comenzaron a lanzar butacas a la hinchada tripera, que, en respuesta, destrozó el alambrado que limitaba su paso y se lanzó al ataque contra la tribuna rival.

Ante esta locura, la gente de Boca, liderada por “La 12”, no se quedó atrás. Rompieron el alambrado de la tribuna local superior y corrieron hacia la otra punta, listos para el combate. La policía, que se encontraba en números muy reducidos, trató de controlar la situación con tiros y gas pimienta, pero los hinchas desbordaban por todos lados.

Mientras los simpatizantes se lanzaban lo primero que tenían a mano, Juan Román Riquelme, bajó de su palco y se metió en la tribuna. Con su autoridad de ídolo, pidió a su gente que regresara a sus lugares para poder continuar el partido. Riquelme se convirtió en un verdadero héroe, logrando calmar a esa multitud dispuesta a pelear sin pensar en las consecuencias. Finalmente, tras el intento de Riquelme de calmar a los ánimos y la intervención policial, el partido volvió a comenzar.

Por otro lado, la gente de Gimnasia sufría las consecuencias de los gases lacrimógenos lanzados por la policía, mientras los jugadores corrían desesperados para brindarles agua y ayudarles a sobreponerse. Este nuevo incidente, que se repite cuando las dos hinchadas se cruzan en el fútbol argentino, nos hace retroceder en el sueño de disfrutar del folklore y la pasión cada fin de semana. ¡Qué manera de arruinar este espectáculo tan lindo!